CyberDodo y la morsa (1-46)

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La morsa tiene un cuerpo macizo, que puede llegar a pesar hasta 2 toneladas, y una longitud que va de 2 metros (hembras) hasta aproximadamente 4 metros (machos). Su piel gruesa y rugosa la protege del frío, tiene unos hermosos bigotes y sobre todo un impresionante par de colmillos. Sólo existe un animal que supera el tamaño de este mamífero (en su controversial orden Pinnipedia): el elefante de mar. (Es necesario aclarar que la morsa y el elefante de mar son 2 especies distintas).

Las hembras dan a luz a una sola cría, y la gestación dura entre 15 y 16 meses. El cachorro (nombre de la morsa bebé) pesa más de 50 kilos al nacer, y deja a su madre a los 3-4 años. Para reproducirse, los machos esperan en promedio más de 10 años, mientras que las hembras están listas alrededor de los 5 años.

¿Dónde vive?

Principalmente, en el océano Ártico y sus alrededores, como el mar de Bering y el Atlántico Norte. La morsa busca su comida en el fondo del mar y, para poder sumergirse y buscar en la arena, permanece en las aguas poco profundas de las plataformas continentales. También, aprecia los icebergs y las capas de hielo, que le sirven como bases flotantes.

¿Qué come?

Se alimenta principalmente de moluscos (bivalvos, berberechos, almejas pequeñas y grandes, entre otros), pero también le gusta comer cangrejos de mar, camarones, pulpos, etc., e incluso corales blandos y pepinos de mar. Su imponente morfología la lleva a consumir diariamente varias decenas de kilos de alimento.

¿Cómo se alimenta?

En parte gracias a sus famosos bigotes, que se denominan “vibrisas” y son verdaderos receptores del tacto con los cuales busca sus moluscos favoritos en la arena. Por lo general, nada en grupo, y puede permanecer bajo el agua hasta media hora y alcanzar los 100 metros de profundidad.

¿Es un animal sociable?

Es un claro ejemplo de un animal sociable, ya que vive en manadas de diversos tamaños (formadas por decenas o miles de ejemplares). Aunque las morsas viven en contacto entre sí, entre los ejemplares existe una jerarquía, cuya cima pertenece a los machos dominantes, que exhiben los colmillos más hermosos y la morfología más imponente, e incluso pueden constituir harenes.

La morsa se encuentra amenazada por el calentamiento climático

¿Tiene depredadores?

Cualquiera pensaría que no tiene depredadores, debido a su gran tamaño y sus armas naturales, que son una increíble defensa; sin embargo, a pesar de eso, su depredador natural es la ballena asesina, que tiene una masa corporal dos veces más grande que ella y cuya voracidad es legendaria. La morsa debe también desconfiar del oso blanco: éste ataca las colonias, pero la solidaridad del grupo es tal que, en realidad, el oso sólo puede amenazar a jóvenes o individuos aislados.

No obstante, es imposible olvidar la especie que resulta más peligrosa para la morsa: ¡el hombre! En el siglo XVIII, XIX y a principios del siglo XX, la caza intensiva de la cual fue objeto, en particular por su marfil, su grasa y su carne, aniquiló casi toda la especie. La situación se calmó en la segunda mitad del siglo XX, y las poblaciones de morsas aumentaron cuando la caza comercial finalmente fue prohibida.

Sin embargo, aparecieron otras amenazas, una vez más por causa del hombre... ¿Cuál es la situación actual de la morsa?

Se ve amenazada por el calentamiento global, que derrite a un ritmo alarmante las capas de hielo, que pertenecen a su hábitat y que necesita para sobrevivir. Por lo tanto, toda su existencia se ve afectada por estos cambios, en especial:

La reducción de las áreas donde viven
El aumento de la densidad de las poblaciones
El alejamiento de las zonas de descanso con relación a las áreas donde se encuentra el alimento
La disminución de la fecundidad
La elevación de la temperatura del mar
Etcétera.

No obstante, la lista de las perturbaciones causadas por el hombre no termina allí: también se superponen nuevamente los flagelos tales como la contaminación y la pesca excesiva, sin mencionar las catástrofes ecológicas como los derrames de petróleo, que destruyeron sus hábitats durante mucho tiempo.

La situación de las morsas debería ser considerada como un indicador del estado de nuestro planeta. Al vivir lejos del hombre (las poblaciones indígenas del Ártico cazan por necesidad y eso jamás presentó una amenaza para la supervivencia de la especie), deberían disfrutar de una vida tranquila en sus fríos hábitats.

Sin embargo, el ataque al medio ambiente llega incluso hasta esa zona, y trae aparejadas grandes consecuencias a largo plazo.

La morsa es uno de los componentes más importantes de la biodiversidad ártica. Tanto la ella como su entorno no pueden esperar más; necesitan ser protegidos...

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