CyberDodo lucha contra el ruido (1-59)

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El ruido es un sonido, y el sonido es una vibración que se mide en decibeles.

Estos sonidos los percibe nuestro oído, que se compone esencialmente de tres partes: externo (pabellón y conducto auditivo), medio e interno; la «frontera» entre el oído externo y el medio es el tímpano.

Hoy sabemos que los sonidos son vibraciones; nuestro oído es el instrumento ideal para percibirlos. Para esquematizar su funcionamiento, la vibración se capta en el pabellón, cuya forma favorece la percepción y la localización; inmediatamente, continúa su camino a lo largo del conducto auditivo hasta el tímpano.

Entonces, el tímpano oscila en función de las vibraciones percibidas. En el interior, el tímpano está sujeto a tres huesos, el martillo, el yunque y el estribo (¡que es el hueso más pequeño del cuerpo humano!). La función del oído medio es, justamente, transformar las vibraciones en «informaciones» que el oído interno podrá interpretar (especialmente, gracias a las células ciliadas que - atención - no se renuevan en el transcurso de la vida) y, luego, enviará a nuestro cerebro a través del nervio auditivo.

El oído humano es una maquinaria extraordinaria, aunque muy frágil.

En resumen, es una maquinaria extraordinaria, aunque frágil, que, en caso de daño, no podemos reparar más que parcialmente.

Este documento consagrado a la contaminación acústica debe, entonces, «hacer ruido» (virtual, por supuesto) para que este problema que viven diariamente centenares de millones de nuestros contemporáneos sea, por fin, tomado en cuenta.

El ruido, ¿es una contaminación?

Cuando a las personas se les pide que digan lo que es la contaminación, hablan del humo espeso que sale de las chimeneas de las fábricas, los gases que emiten los automóviles y los camiones, las mareas negras que causa el petróleo, las radiaciones emitidas durante los accidentes de Chernóbil y Fukushima, los pesticidas que contaminan las napas freáticas, los residuos que invaden los océanos, etc.; pero pocos mencionan, en sus primeras respuestas, al ruido; sin embargo...

Sin embargo, cuando se les pregunta: «¿Qué es lo que más perturba su calidad de vida?» (fuera de los aspectos económicos), el ruido representa una de las principales contaminaciones que tienen que sufrir diariamente y, en gran parte, ¡de manera permanente!

¿Cuál es la situación?

La explosión de la cantidad de seres humanos en la Tierra (recordemos que la población mundial se ha prácticamente cuadruplicado únicamente en el transcurso del siglo XX) ha empujado el desarrollo de ciudades, de medios de transporte (rutas, autopistas, vías férreas, aeropuertos), de actividades industriales, de centrales de producción energética, etc.

Este crecimiento irracional hace que cada vez sea más difícil encontrar zonas de calma, lugares donde sea posible no escuchar otra cosa que el silencio (para relacionar con la contaminación luminosa que crean las ciudades, que oculta las estrellas a sus habitantes, ver), un silencio tranquilizador, bienhechor, necesario para nuestro equilibrio y, especialmente, para un descanso nocturno de calidad.

Nuestra civilización parece haberse vuelto ruidosa por naturaleza. ¿Sabía que nuestro planeta se ve obligado a alojar más de mil millones de vehículos -leyó bien, 1.000.000.000 de automóviles- desde el 2011? Cada uno de estos automóviles hace ruido al desplazarse, consume, contamina el aire y nuestros oídos (véase el documento dedicado a la contaminación urbana, así como el test para probar sus conocimientos).

Los países ricos dan un muy mal ejemplo (a sus propios hijos, pero también a los países en vías de desarrollo que sueñan con imitarlos) al confundir lo indispensable y lo superfluo, y al hundirse en un consumo frenético de objetos, equipos y otros artefactos que no necesitan para vivir y que saquean los recursos naturales que no son inagotables.

Este consumo frenético genera también ruido, porque cada una de las etapas entre las materias de base y el producto terminado lo produce.

La mayoría de las actividades humanes se ha vuelto ruidosa

Para entenderlo bien, tomemos como ejemplo uno de los fieles compañeros de muchos adolescentes (y, por supuesto, de muchos adultos): el teléfono celular.

Cuando compra un teléfono celular, ¿en qué piensa?

Esencialmente, en su precio y en sus prestaciones; pero no vaya a olvidar... primero, los diferentes empaques (plástico, cartón, papel, etc.) que usted va a romper para llegar lo más rápido posible a su nueva maravilla (y que, por supuesto, hay que colocar en el respectivo cubo de basura) y, sobre todo, las miles de tareas que se realizaron para que usted pueda tenerlo con emoción entre sus manos y decirles a sus amigos: «Ya está, ya lo tengo, ¡qué alegría!».

¿Cuántas piezas componen su teléfono? Varias centenas, muchas son de plástico y su origen es el petróleo, recurso fósil no renovable y contaminante. Otras piezas son metálicas, están hechas de aluminio, cobre, cinc, etc., incluso de oro; estos metales provienen de las minas de donde se los extrae.

La fabricación de cada una de estas centenas de piezas ha exigido materias primas, máquinas, energía para hacerlas funcionar y ha producido diferentes tipos de contaminación, entre ellas... ¡el ruido! No lo olvide antes de pensar en cambiar de celular...

Centenas de piezas dentro de un teléfono celular = centenas de causas de contaminación, especialmente acústica

¿Cuáles son los peligros del ruido para la salud?

El plural es importante, porque el ruido puede tener numerosas consecuencias negativas para nuestra salud, empezando por los daños directos al aparato auditivo causados, por ejemplo, por:

escuchar música a niveles muy elevados (solo, de noche o en conciertos)
la exposición a sonidos intensos (en el lugar de trabajo, etc.)

Pero el ruido no actúa solamente sobre nuestros oídos, perturba también nuestro bienestar, ya que produce un aumento de nuestra presión arterial, de nuestro estrés, de nuestra irritabilidad; también puede afectar nuestra concentración (trabajo, estudio, etc.), así como la calidad de nuestro sueño, tan vital para nuestro equilibrio general y cuya degradación puede conducir a la aparición de numerosas afecciones, algunas graves.

En este comienzo del tercer milenio, más de la mitad de la población de nuestro planeta vive en ciudades en las que el nivel de ruido es, la mayor parte del tiempo, demasiado elevado, asimilable a una contaminación severa, y sin períodos de calma verdadera, porque una ciudad no descansa jamás.

Este ruido proviene de muchas fuentes, tráfico automotor, diversas actividades, vecindad, etc., y esta multiplicación complica aún más la búsqueda de soluciones eficaces para reducir esta contaminación acústica constante.

Muchas encuestas han demostrado que el ruido se cita regularmente como la molestia principal que sienten las poblaciones citadinas.

Conclusión

¿Y si a este ruido invasor le oponemos la palabra «respeto»?

¿Y si se le reconociera un verdadero derecho a la calma al homo sapiens (¡nosotros!) del siglo XXI?

¿Y si cada miembro de www.CyberDodo.org se convirtiera en un ardiente promotor de este derecho?

¡En resumen, como lo hemos dicho en ese documento, «hacer ruido virtual» para que nuestro entorno sea, finalmente, más tranquilo!

Para ver el dibujo animado dedicado a la contaminación acústica, haga clic aquí

Para hacer el test, haga clic aquí

Para participar de nuestros juegos, entre los cuales muchos ilustran actividades ruidosas, haga clic aquí


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