CyberDodo y la cría en batería (1-49)

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Al igual que los fertilizantes naturales, que tenían como objetivo legítimo ayudar a nuestros antepasados a obtener mejores cosechas y cuyo uso progresivamente derivó en excesos peligrosos con sustancias químicas (véase el documento de CyberDodo sobre este asunto), la ganadería pasó de unos pocos animales, que una familia necesitaba para alimentarse, a las fábricas de carne, donde el ganado no es más que una mercancía como cualquier otra.

¿Cómo llegamos allí?

Durante miles de años, el hombre y los animales tuvieron condiciones de vida muy similares. Por ejemplo, cuando el estado meteorológico era riguroso o en caso de que se aproximara una sequía, corría peligro la supervivencia de ambos. Los animales de cada familia representaban su principal fuente de proteínas y un bien muy valioso que había que preservar.

Luego, hacia mediados del siglo XX, los países occidentales experimentaron un auge económico, que transformó la agricultura tradicional en la agricultura intensiva.

El objetivo de esta transformación fue ofrecer una mejor alimentación a más personas. Este objetivo completamente loable al término de la Segunda Guerra Mundial y sus privaciones se convirtió en un sistema industrial productor de “seres vivos” que no toma en consideración los animales implicados y sus necesidades.

¿Dónde estamos a principios del tercer milenio?

El término “fábrica a carne” es pertinente para numerosas estructuras, donde uno de los fines es llegar a reducir cada vez el tiempo que se necesita para comercializar los “productos”.

Tomemos el ejemplo de las gallinas ponedoras, que se convirtieron en “máquinas de huevos” y cuyas condiciones de vida en la cría en batería son terribles. En primer lugar, existe una raza asiática (Gallus Gallus), cuyo comportamiento fue motivado exclusivamente para la perpetuación de la especie. El macho está adornado con bellos colores para seducir a la hembra, que construye un nido en un lugar discreto. Allí, aova de 5 a 10 huevos y los incuba cerca de 3 semanas bajo el ojo atento del macho, que arriesga su vida para defender el nido de todo peligro.

Luego, el macho y la hembra se ayudan mutuamente para proteger y criar a sus pequeños, que aprenden a encontrar el alimento, conocer su entorno, etcétera. Nada fuera de lo común...

Observemos ahora lo que el hombre hace con esta especie en la ganadería industrial:

- Las gallinas son encerradas en varias jaulas pequeñas, donde no pueden desplazarse ni desplegar sus alas.

- Debido al enrejado metálico del suelo de las jaulas, sus patas se lastiman y se deforman.

- Estas jaulas se amontan para construir verdaderas paredes de varios metros de altura.

- Para estimular la puesta de huevos, la luz permanece encendida de 12 a 16 horas por día.

- La concentración demasiado grande de individuos obliga a recurrir a tratamientos antibióticos, algunas veces sistemáticos.

- Al generar esta promiscuidad comportamientos agresivos, a menudo les cortan el pico a las gallinas para evitar para que se hieran entre ellas.

- Como los machos no presentan ningún interés para la producción de huevos, se los mata cuando nacen.

- Etcétera.

Este enfoque industrial permite obtener alrededor de 300 huevos por gallina al año, antes de que sean “recicladas” por su carne o lo que quede.

La producción de huevos debe hacerse respetando los animales

No obstante, el sufrimiento no sólo lo padecen las gallinas ponedoras, que son consideradas solamente como máquinas, sino también los pollos, ya que se procura hacerlos crecer lo más de prisa posible para que no ocupen espacio (aunque éste sea muy pequeño) y la rentabilidad sea más alta.

El desarrollo natural de los pollos ya es historia antigua: una selección genética de las especies y un crecimiento más rápido combinado con una dieta rica y una movilidad reducida “producen” un pollo listo para comer en un mes.

No es necesario mencionar tanto que este “procedimiento” se hace en detrimento del animal, que vivirá su corta existencia en condiciones muy lamentables (a causa de éstas, numerosos pollos mueren por otras causas antes de la matanza) como también que la carne tendrá la curiosa característica de reducirse mucho al ser cocida.

Una situación similar ocurre con la carne de cerdo, ya que a menudo el animal no tiene suficiente espacio para moverse; también, con las vacas que se convirtieron en “fábricas de leche” y sus terneros, que son criados anémicos (con falta de hierro) de manera intencional, ¡para que su carne sea lo más blanca posible, como les gusta a los consumidores!

¿Qué consecuencias traen para el hombre?

Si se comprendiera cuanto antes que la ganadería intensiva considera a los animales como objetos en vez de seres vivos, sería imposible inflingirles tanto sufrimiento. Es importante entender que también tiene consecuencias negativas para el hombre. Algunos ejemplos no exhaustivos son:

Cantidad de alimento disponible

Actualmente, en el planeta hay millones de bovinos. La cantidad de alimentos necesarios para su crecimiento es muy alta en relación con las millones de personas que no tienen suficiente para comer todos los días. El comer carne es un lujo que se permiten los países ricos, pero el precio lo pagan los países pobres.

El crecimiento de la población humana implica asegurarle a cada persona una cantidad diaria suficiente de alimento y, por lo tanto, reflexionar y actuar globalmente.

La producción de las proteínas animales es demasiado costosa...

Gas de efecto invernadero

Al hacer la digestión, los bovinos producen metano, uno de los principales gases de efecto invernadero (véase nuestro documento). Algunos especialistas consideraban que a principios del siglo XXI, la ganadería bovina era responsable de aproximadamente un quinto de las emisiones totales.

Contaminación del agua

La ganadería industrial produce cantidades enormes de deyecciones; por ejemplo, la cría de cerdos ha contaminado numerosas napas freáticas (veáse el documento) y ríos (eutroficación = asfixia).

Empobrecimiento genético

La ganadería intensiva empobrece la diversidad genética de las especies porque afecta cada vez más animales de cada vez menos especies diferentes. Además, esto favorece las pandemias (zoonosis = enfermedades que se transmiten de animales a humanos).

Resistencia antibiótica humana

La ganadería industrial implica particularmente el recurso de tratamientos antibióticos masivos para los animales, a menudo como prevención. Estos antibióticos se encuentran tanto en la carne como en los subproductos consumidos por el hombre, y contribuyen al desarrollo comprobado de la resistencia antibiótica humana.

Calidad del alimento

Tengamos en cuenta que la “manipulación” de los seres vivos a la cual recurre la ganadería intensiva y en batería para acelerar el crecimiento de los animales tiene consecuencias sobre la calidad de la carne, la leche, los huevos, etc., que son distintamente más grasos y, por lo tanto, menos sanos (antibióticos y otros tratamientos ya mencionados).

Conclusión

El maltrato hacia los animales, incluyendo los de consumo, es inaceptable.

El desafío de alimentar a miles de millones de personas es uno de los más importantes que enfrenta nuestra sociedad en la actualidad. Esto implica la coordinación de las políticas agrícolas a nivel internacional para poner fin a tanto al exceso planteado en los países ricos como a la penuria de otros numerosos países.

Una vez más, la palabra clave es respeto: respeto por los animales, respeto por los seres humanos, respeto por el medio ambiente, respeto por las generaciones futuras.

Porque la vida es una cadena cuya solidez es puesta cada día más en peligro por quienes consideran los animales de granja como mercancías...

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