CyberDodo y los fertilizantes (1-12)
Son sustancias que el hombre añade a los cultivos para que se desarrollen mejor. Esta práctica se remonta a miles de años, desde los tiempos en que nuestros antepasados se volvieron poco a poco sedentarios y cultivaron semillas para su alimentación.
Al observar el crecimiento de sus cultivos, advirtieron generación tras generación que ciertos complementos podrían tener un efecto positivo, dependiendo especialmente de las condiciones meteorológicas, del tipo de suelo, etcétera.
Dichos complementos eran específicos e incluían, por ejemplo, hierbas malas (como se llaman hoy en día), cenizas, desechos animales y humanos, huesos, sangre, cieno, entre otros. El principio básico era cultivar semillas adaptadas tanto al lugar como a la pluviometría y la insolación. Los “fertilizantes” ancestrales eran muy beneficiosos. En otras palabras, hace miles de años, nadie intentaba cultivar arroz en regiones afectadas por la sequía... (Retomaremos esto más adelante).
El desarrollo de la industria química del siglo XIX cambió todo, ya que permitió producir fertilizantes concentrados, que contenían por ejemplo (juntos o por separado): nitrógeno, fósforo, potasio, azufre, cobre, cinc, calcio, boro, cobalto, manganeso, magnesio, etcétera.
Es importante destacar que cada planta necesita estas sustancias para su crecimiento (según sus especificidades) y que, durante millones de años, estuvieron disponibles de manera natural en el medio ambiente sin necesidad de la intervención humana.
¿Son peligrosos los fertilizantes?
¡Habría que plantear esta pregunta de una manera más específica para poder aportar varias respuestas en vez de una! ¿De qué fertilizantes hablamos? ¿De los fertilizantes compuestos, pacientemente elaborados por la Madre Naturaleza y algún agricultor respetuoso o de los fertilizantes nitrogenados o fosfatados utilizados desmedidamente, que contaminan las napas freáticas?
Una respuesta razonable a la peligrosidad de los fertilizantes podría ser la siguiente: el uso moderado de fertilizantes en semillas adaptadas a su lugar de cultivo debería ser compatible con el respeto hacia el hombre y el medio ambiente.
Detallemos los principales conceptos mencionados en esta respuesta, empezando por el “uso moderado”, que evita la explotación intensiva. Ningún especialista asegura que será posible alimentar a 9 mil millones de seres humanos para principios de 2050 renunciando totalmente a los fertilizantes. ¿Por qué deben usarse desmedidamente? ¿Qué fertilizantes son compatibles con el medio ambiente? ¿Cómo se justifica que la contaminación generada por la cosecha del año próximo produzca sus efectos durante decenas de años? La dosis máxima permitida debería tener en cuenta los efectos a corto, mediano y largo plazo tanto sobre los seres vivos como sobre el medio ambiente...
Continuemos con “semillas adaptadas a su lugar de cultivo”, que implica no forzar la naturaleza queriendo cultivar cualquier cosa en cualquier lugar. El concepto de “agricultura sustentable” implica la rentabilidad económica de la explotación, porque toda persona tiene el derecho a vivir de su trabajo siempre y cuando éste no tenga un efecto negativo sobre el medio ambiente.
En un mundo ideal, existiría sólo la “agricultura orgánica”, que rechaza el uso de toda sustancia química, sintética o genéticamente modificada. Sin embargo, el hecho de que las explotaciones agrícolas industriales utilicen excesivamente plaguicidas (véase el documento de CyberDodo http://es.cyberdodo.com/documentos/cyberdodo-y-los-plaguicidas/) con sustancias cada vez más perjudiciales y resistentes podría dificultar el cambio directo a una “agricultura orgánica” sin antes —al menos temporalmente— pasar por una etapa interesante de “agricultura sustentable”.
Rehusarse a cultivar cualquier cosa en cualquier lugar es respetar la selección natural, que en el curso de millones de años adaptó una planta a las posibilidades y las limitaciones de un medio ambiente determinado. Olvidar esta realidad es ignorar la biodiversidad y el vínculo que une todas las especies vivientes.
Para finalizar este capítulo, haremos referencia a la peligrosidad de los fertilizantes con el concepto de “respeto hacia el hombre y el medio ambiente”, porque es inaceptable que se desechen en la naturaleza millones de toneladas de productos químicos con efectos negativos —en ocasiones hasta dramáticos— sobre la salud del hombre y de la naturaleza misma. Recordemos que el Artículo 6 de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño justamente establece que “todo niño tiene derecho intrínseco a la vida y los Estados Partes garantizarán en la máxima medida posible la supervivencia y el desarrollo del niño”, lo cual indica que los niños no deben estar expuestos a sustancias contaminantes. Desarrollaremos este punto en el último capítulo de este documento.
Algunas consecuencias de la utilización inadecuada de fertilizantes químicos son:
La contaminación del agua por nitratos
El uso intensivo y excesivo de fertilizantes de nitrógeno por varias décadas contaminó muchas napas freáticas. La situación se complicó más por el período de tiempo: es decir, esos años fueron suficientes como para que los nitratos atravesaran el suelo y llegaran a depósitos subterráneos naturales. Los especialistas aún debaten los efectos sobre la salud del hombre (cáncer, entre otros).
La contaminación del agua por fosfatos
Los fosfatos, como complementos peligrosos de los nitratos, contribuyen ampliamente al fenómeno de la eutrofización de las aguas.
Este término complejo describe la modificación y/o la degradación de un medio acuático. Con respecto a los fertilizantes, el desecho de grandes cantidades de nitratos y de fósforo en ríos, lagos y mares provee de importantes fuentes de alimento a las algas, que crecen desmesuradamente y asfixian dichos ecosistemas.
La pérdida de la biodiversidad y de los suelos
El enriquecimiento artificial de los suelos favorece la selección de un pequeño número de especies animales y vegetales con la consecuente pérdida de la biodiversidad. La mecanización, la explotación excesiva y el abandono de los baldíos aumentan el riesgo de agotamiento del suelo, que juega un papel irremplazable en la interfaz entre “arriba” y “abajo”, en especial en relación con el ciclo del agua, cultivos, etcétera.
Jamás olvidemos que hicieron falta millones de años para que nuestro entorno sea lo que es, y que no tenemos el derecho a “quemar” en algunas décadas este potencial, que fue adquirido con tanta paciencia. No existe ninguna fórmula “mágica” para hacer que nuestro medio ambiente produzca diez veces más lo que no puede hacer “naturalmente”.
Las generaciones futuras también deberán alimentarse...
Para ver el dibujo animado sobre los fertilizantes, haga clic aquí
Para ver el juego, haga clic aquí
Para hacer el test, aquí