Sr. Sergio Vieira de Mello, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 2002-2003

Estaremos eternamente agradecidos...

Después de que la Sra. Robinson completara su mandato en 2002, el Sr. Sergio Vieira de Mello, el nuevo Alto Comisionado, heredó el archivo "CyberDodo®". ¿Qué haría? ¿Estaría satisfecho de supervisarlo a distancia?

Ese no era el estilo de Sergio. Él estudió el concepto y no sólo lo aprobó, sino que concedió al proyecto dimensiones internacionales. Estaremos eternamente agradecidos...  

Sin embargo, el 28 de agosto de 2003, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos partió de este mundo. Su prematura muerte fue injusta y difícil de creer. Es más, este hombre realmente expresaba la vida a través del respeto que le tenía y la determinación con la que la defendía.

Cualquiera que haya tenido la oportunidad de conocerlo advertía inmediatamente su total compromiso en alguna causa para la cual estaba preparado para sacrificar todo, siguiendo la estela del Doctor Korczak.

Después de haber tenido el privilegio de contar con su apoyo en nuestra lucha por los derechos de los niños, nos gustaría compartir con ustedes algunos de nuestros recuerdos de este hombre. Su actitud franca y su tranquilidad hacia los demás impresionaban a todos – todos confiaban en él inmediatamente.

¿Cómo es eso? Sergio trataba a todos los humanos como iguales – de la misma importancia, de la misma naturaleza y sobre el mismo nivel. Reconocía en otros los mismos derechos y deberes que veía en sí mismo. Aparentemente tan simple y, sin embargo, tan extraño en la realidad.

Este diplomático del más alto orden, un hombre de familia, lo/a refleja a usted, sus hijos y sus objetivos - su vida. Puso toda su inteligencia y su influencia para trabajar a fin de fomentar el progreso: en nuestro caso, respaldando la promoción de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño a través del medio de nuestras series animadas. Sin segundas intenciones, él era un hombre de palabra, franco y decidido.

Tal vez, era uno de los que tenían más posibilidades de convertirse en el siguiente Secretario General de la ONU. Tal vez o, mejor dicho, en realidad, porque estamos convencidos de que el trabajo lo quería a él, y no al revés. Este hombre era demasiado transparente para molestarse con ambiciones personales. El haber dejado el lujo de su oficina del Palais Wilson de Ginebra sólo para encontrar la muerte en Bagdad no revela egoísmo ni ambición profesional.

Sergio Vieira de Mello hizo más que dejar un legado: pasó su vida al servicio de su conciudadano, de todos los hombres. Nos deja con las palabras que debemos ejercitar para crear una realidad: respeto, comprensión, diálogo, paz, coparticipación, amor.

Descansa en paz, Sergio, y gracias desde el fondo de nuestros corazones...